Curiosamente fueron los británicos los primeros en utilizar la expresión "Campos de Concentración". Un término expresamente elegido para evitar hablar de lo que verdaderamente ocurría en sus campos de exterminio en Sudáfrica. Allí los prisioneros no era simplemente "concentrados" sino ejecutados. Aún hoy seguimos utilizando la expresión "campos de concentración" sin ser conscientes de la perversa manipulación que supone el eufemismo "concentración", una palabra de los asesinos para engañar nuestro cerebro.
George Orwell describe en su novela 1984 un lenguaje construido plenamente con intención política para evitar no ya que se pueda hablar sobre un tema sino que se pueda incluso pensar en ello, el Newspeak basado en un Vocabulario B. Parece que hoy viviésemos rodeados de este Vocabulario B donde las palabras se manipulan y retuercen para influir en los propios términos del debate. Por poner algunos ejemplos...
El "diálogo social" es una simplificación de la sociedad reducida a patronal y sindicatos, como si la sociedad pudiese fácilmente dividirse en esos dos departamentos estancos. Este "diálogo" (negociación es una palabra fea) se plantea en términos de lo que unos llaman "reformas laborales" y otros "abaratar el despido". Dos expresiones reduccionistas que impiden el análisis sensato de alternativas. Ambas son píldoras políticas radioactivas cargadas de significado específicamente pensadas para los 15 segundos de una declaración en TV. La intención es situar al que lo escucha en una posición para influir en su opinión. Por un lado nadie racional estaría en contra de una reforma ¿no? reforma es algo que suena bien, como arreglar lo que está roto. De igual forma nadie querría que su despido salga más "barato", es cómo malvender una propiedad. De las dos expresiones creo que los sindicatos han hecho una mala elección porque parece dejar entrever que hoy el despido es "caro", una elección más inteligente para sus objetivos habría sido hablar de "despidos de saldo" por ejemplo.
El término "Limpieza Étnica" es una forma elíptica de referirse a actos de violencia, agresión, violación y asesinato. Para los firmatarios de la Convención de la ONU sobre Genocidio de 1948, llamar a un acto "Genocidio" implica la exigencia de intervenir para detenerlo. De ahí que los políticos prefieran siempre utilizar el término de los agresores "Limpieza Étnica" para no verse obligados a intervenir en horribles situaciones sobre las que no tienen nada que ganar. Describir un acto como Genocidio habría exigido la intervención en cumplimiento de los compromisos firmados en 1948, describirlo como "Limpieza Etnica" es la forma de evitar la exigencia legal de intervención.
Los ejércitos que invadieron Iraq se autodenominaron la "Alianza" por verse ungidas del manto de respetabilidad que obtuvieron las "fuerzas aliadas" de la segunda guerra mundial que, a su vez, eligiron el termino "aliados" por su referencia bíblica a la nueva alianza.
Llamar a alguien "Extremista" es, por definición, decir que no tienen derecho a pedir lo que están pidiendo por estar en un extremo. Además, se supone que un "extremista" no tiene sólo una opinión con la que no estamos de acuerdo sino que esa persona es esencialmente extrema, no se puede hablar con él, no dialoga, no es bienvenido a la mesa de negociación de la gente civilizada. Denominar a alguien como "extremista" tiene la ventaja añadida que por definición nos convierte en "moderados".
Talleyrand decía que el objetivo del lenguaje es ocultar las verdaderas intenciones de los diplomáticos pero en nuestros días parece que es justo lo contrario. El lenguaje se ha convertido en un herramienta de manipulación, una forma de hacernos pensar de una determinada manera incluso antes de ponernos a sopesar los argumentos.
Una herramienta básica de la política en nuestros días es elegir las palabras para que ellas mismas influyan y delimiten los términos del debate. Hay que estar permanentemente alerta para ver cómo intentan manipularnos eligiendo las palabras del discurso político.
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