Me chirrían esas muletillas que se cuelan en el discurso habitual de políticos y medios. Frases mal compuestas que a fuerza de repetirse alguien acaba creyéndolas. Prejuicios sin fundamento que unos y otros se repiten autoafirmándose. La más reciente es esa de que los mercados y las agencias de calificación de deuda son los culpables de la crisis.
En una misma semana he leído tantas frases faltas de rigor que me asustan. Ejemplos de esta muletilla reciente:
- "La política ha perdido capacidad concreta de resolver los problemas de la gente, precisamente porque los mercados económicos imponen su ley" en una entrevista a Miquel Iceta
- "Ni un día más de rodillas. Ni un día más acosados por los mercados. La política debe alzarse" en un artículo de opinión de Federico Mayor Zaragoza
- Bernard Henri Lévy despotrica contra las agencias de rating porque, según él "Hay que controlarlas. Que hay que reformar su régimen y su estatuto. Que deben estar sometidas a un mínimo prudencial de normas... ya sería hora de que los agentes económicos, comenzando por los jefes de Estado y de Gobierno, dejasen de vivir pendientes de unos veredictos percibidos".
Tenemos unos políticos acostumbrados a echar las culpas de sus errores siempre a los demás. A la oposición. Al gobierno anterior. A la pertinaz sequía. A la situación internacional. Ahora su nueva cabeza de turco son "los mercados y las agencias de rating", que además, como prueba clara de su culpabilidad... ¡hablan en inglés!
Ya puestos, si se trata de buscar responsables que queden lejos y no respondan, ¡echemos la culpa al océano Atlántico, o al color naranja o las palabras esdrújulas!
Los mercados somos todos. En el momento que decides abrir una cuenta en un banco y no en otro, estás tomando decisiones financieras. Cuando decides tener tus ahorros en euros y no en libras o dólares, estás tomando una decisión financiera. Cuando aseguras tu coche a todo riesgo con una aseguradora o sólo a terceros con otra, estás tomando una decisión financiera. Cuando decides gestionar tu dinero, no gestionarlo, o dejar que tu banco lo haga por ti, estás tomando una decisión financiera. Cuando decides alquilar una vivienda o comprarla, estás tomando una decisión financiera. Si firmas una hipoteca, estás tomando una decisión financiera. Si pagas algo con tarjeta de crédito, o compras a plazos, o envías dinero a una ONG en Africa, estás tomando decisiones financieras. Incluso si no trabajas, no tienes dinero y vives de un subsidio de desempleo... estás tomando una decisión financera ¡otro tiene que pagar por ti! Los mercados no son los otros, somos nosotros.
Los mercados no son unos malvados señores de corbata en rascacielos dominando el mundo como en las películas de superhéroes. Lo quieras o no, todos somos parte de la economía, igual que todos respiramos oxígeno o todos vivimos en este planeta. No hay manera de no ser parte del mercado. Con todas tus decisiones estás formando parte de los mercados financieros. Si delegas la decisión en tu banco, en tu fondo de pensiones, en una gestoría o en el señor que te hace los seguros, es decisión tuya. Pero que no te quepa duda: Tú eres el mercado.
Igual que con tu voto, abstención o voto nulo estás participando en una democracia, con todas tus decisiones financieras estás participando en la economía global.
Si no compras deuda pública española, estás también tomando una decisión financiera. Si los señores que despotrican contra las agencias de calificación están tan convencidos que la deuda de los países europeos es mucho más segura de lo que las agencias dicen... bien fácil, pueden invertir todo su dinero en esa deuda. Así funciona el mundo. Si tienen razón ganarán dinero, si se equivocan lo perderán. Unos compran y otros venden.
El valor de las agencias de calificación es precisamente que han ACERTADO en el pasado. Si se equivocasen sistemáticamente los inversores dejarían de confiar en ellas. ¿Han cometido errores? Por supuesto. ¿Han sido engañadas? Sin duda. ¿Pueden equivocarse de nuevo? Sin duda. Su función es decir qué tiene más riesgo y qué tiene menos según su opinión. Las decisiones de comprar o no la deuda de un país u otro no es suya.
Echar la culpa a las agencias de calificación de la rebaja de la deuda de un país, un banco o una comunidad autónoma es como culpar a tu médico de que te suba el colesterol. Ellos miden lo que tú haces, no es culpa suya ser portadores de malas noticias. El derroche de los políticos, el despilfarro autonómico, el fraude a la seguridad social, la evasión fiscal, la connivencia entre políticos y oligarcas y todos los demás males que afectan a nuestro país... no son culpa de las agencias de rating. Ellas simplemente miden y dan su opinión. No podemos culpar al espejo de dar una imagen fea de nosotros mismos.
Desde aquí animo a Miquel Iceta, a Federico Mayor Zaragoza, a Bernard Henri Lévy y a los muchos que critican a "los mercados y las agencias de calificación" a invertir sus ahorros en la deuda de los países que las agencias de calificación suspenden. Si tan seguros están de que los mercados y las agencias de calificación se equivocan ¿a qué esperan?