Anoche estuve viendo el debate electoral entre Rajoy y Rubalcaba y comentándolo a la vez en Twitter. Fue divertido poder ver las opiniones de tanta gente en tiempo real.
Me entristeció que ante una pregunta directa de Rubalcaba sobre la igualdad de derechos ante el matrimonio, Rajoy contestase que en los 80s había llevado la luz a un pueblo de Galicia (sic).
Ante una segunda insistencia de Rubalcaba, Rajoy culpó a Zapatero de querer dividir a la sociedad por utilizar la palabra Matrimonio cuando, según él, podría haber obtenido el conseso del PP para una "unión civil". Rajoy hizo una cabriola mental con triple salto mortal para justificar lo injustificable diciendo que en el programa electoral de su partido en 2004 llevaban una ley de uniones civiles. No es cierto. No lo llevaban. Ni una palabra. Les habría votado si lo hubiesen hecho.
En una cosa sí tiene razón Rajoy: la igualdad ante el matrimonio divide a la sociedad española. Nos divide entre los que son homófobos y los que no lo somos. Nos divide entre los que pensamos que todos debemos ser iguales ante la ley y los que piensan que no. Nos divide entre los que pensamos que cada cual debe tener derecho a casarse con quién ama y los que quieren negar esa felicidad a los demás. Nos divide entre los que queremos proteger a nuestras familias y los que quieren desprotegerlas.
En el futuro este tipo de respuestas patéticas que vimos ayer les avergonzará tanto como ahora avergüenzan las leyes de Nuremberg que prohibían el matrimonio entre judios y arios, o las leyes de segregación que prohibían el matrimonio entre blancos y negros. En el futuro se verá claro quién tuvo altura moral para defender la justicia por encima de miedos atávicos y quién no.
No quiero entrar a debatir la etimología de la palabra matrimonio o qué significa utilizar palabras distintas para derechos iguales, simplemente es contrario a nuestra doctrina legal tanto del Tribunal Supremo como del Tribunal Constitucional. La clave, por supuesto, como la Presidenta del PP catalán explica: "no es cuestión solo de cambiar el nombre, es cuestión de que no todos los efectos civiles son los mismos". Se trata de utilizar nombres distintos para poder así tener regulaciones y derechos distintos.
Como dicen desde la plataforma "Se Llama Matrimonio" es curioso como muchos dicen a la vez que el nombre es lo de menos... pero que no se llame Matrimonio. Contradictorio.
Al expresar mi opinión en Twitter empezó a entrarme un chorro de comentarios homófobos. A la homofobia sutil le sorprende que para mi sea más importante mi familia que la política económica, curiosamente son los mismos que quieren desproteger legalmente a las familias homosexuales. La homofobia descarada va más allá con insultos y broma soez.
Nada me da más tranquilidad, paz y fuerza interior que ese tipo de mensajes. No sé porqué pero me llenan de esperanza. La homofobia que hace años era generalizada ahora cada vez más tiene que ocultarse bajo nombres falsos y perfiles anónimos. Ahora los que tienen que esconderse son ellos.
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