Cuando se habla de la familia tradicional parece que se sobreentiende un modelo de familia de la generación de nuestros padres: una sociedad basada en un chico y una chica de la misma edad que se casan de jóvenes por amor, o al menos de mutuo acuerdo, viven juntos 40 años en monogamia teniendo varios hijos con los que convivien, trabajando él y ella cuidando del hogar.
Lo que mucha gente no entiende es que esta descripción es una completa anomalía en la historia de la humanidad, que ni siquiera en su época existió realmente sino que se basaba en una gran presión social sobre la mujer para aceptar su realidad. Esas familias son resultado de un modelo específico de los países desarrollados a medidados del siglo XX en el que coinciden un enorme incremento de la riqueza, el alargamiento de la esperanza de vida y la demografía de la postguerra, con unas costumbres sociales aún no adaptadas a esa nueva realidad social.
Mucha gente no es consciente, por ejemplo, que proporcionalmente muchísimas más parejas celebran hoy sus bodas de plata que en el s.XIX. La duración media de un matrimonio en el XIX era de menos de 10 años porque las mujeres morían al dar a luz en uno de sus múltiples partos. La promesa de "amarse toda la vida" de las bodas del XIX tenían un significado muy distinto porque la vida era más corta. En Europa la esperanza de vida era de unos 35 a 40 años. Con el alargamiento de la esperanza de vida esa promesa "para toda la vida" se vuelve más difícil de cumplir.
Las familias solían consistir en sucesivos matrimonios arreglados por los padres o una casamentera. Bajo el techo del hogar convivían hermanos de distintas madres. La diferencia de edad entre los cónyuges era algo habitual. El número de partos solía ser abundante porque la mortalidad infantil era elevada (de los 20 hijos que Bach tuvo con sus dos esposas sólo 6 llegaron a adultos). Para aquellos que se apartaban de las costumbres religiosas les esperaba el ostracismo social. Un embarazo en la juventud condenaba a una chica a la prostitución. Como consecuencia un enorme número de niños, sin comparación con nuestros días, eran abandonados en orfanatos. Las tremendas historias de Dickens, David Copperfield y Oliver Twist, son resultado de esas "familias tradicionales".
Ya entrado el siglo XX, las familias seguían teniendo muchos hijos para que unos pocos llegasen a adolescentes, pero al sobrevivir en mayor medida las madres y los niños, las familias aumentaron su tamaño de manera espectacular, sin precendentes en la historia de la humanidad. Sólo al avanzar el siglo las familias volvieron a su tamaño habitual gracias a los métodos anticonceptivos.
Cualquiera que se tome la molestia de leer un libro sobre la evolución de la mujer en la historia de las sociedades o sobre la evolución de los modelos familiares descubre enseguida que la supuesta "familia tradicional" es una invención totalmente moderna. Una re-interpretación idealizada del pasado basada en nuestros propios deseos y frustraciones. Las familias del pasado eran mucho menos idílicas de lo que algunos nos quieren hacer creer. Estaban basadas en patriarcados de explotación donde los padres explotaban a los hijos para que trabajasen, los hombres explotaban a las mujeres y los ricos explotaban a los pobres para que cultivasen la tierra. En las familias de siglos pasados había muchos más huérfanos, alcohólicos, maltratos, violaciones, abusos e injusticias de los que nos podemos imaginar. Sólo desde una interpretación absolutamente parcial de la realidad histórica puede presentarse las familias del pasado como algo aceptable, ni siquiera deseable. Si nos vamos aún más atrás y estudiamos como eran las familias naturales, en sociedades prehistóricas, no había ni parejas ni fidelidad, se vivía en clan, los estudios del ADN humano demuestran que en el pasado los hombres vivían en poliginia (un hombre con varias mujeres) por lo que en nuestra cadena cromosomática hay muchas más madres que padres.
Los problemas actuales de las familias no son el aborto, el divorcio, las familias monoparentales ni los matrimonios homosexuales. Eso son soluciones a problemas concretos: los embarazos no deseados, la incompatiblidad de caracteres, el cuidado de hijos cuando una pareja se rompe, la legislación necesaria para las parejas homosexuales que existen de facto, etc. Luchar contra los problemas rechazando las soluciones nunca ha sido una buena idea.
Para encontrar soluciones reales y efectivas a los problemas de las familias de hoy es necesario comprender su verdadera realidad, su increíble diversidad y riqueza. Es imprescindible rechazar intentos atávicos poco informados de re-instaurar una "familia tradicional" que nunca existió o que existió en un contexto histórico bien distinto.
Jesús - Tu post me encanta, sin embargo el dar tantas explicaciones y el basarse en la historia puede esconder el verdadero factor: las libertades individuales han de primar sobre los dogmas sociales o grupales. Así de simple.
Aún si todo lo que dices no hubiera sucedido históricamente, la conclusión sería la misma porque la libertad ha de prevalecer.
Publicado por: Fran | viernes, enero 04, 2008 en 12:02
Estoy muy de acuerdo. Nos hacen creen en un tipo de familia que nunca ha existido. Realmente, ni los que deberían seguir estos "conceptos" por cómo los promueven, al final lo hacen... claro ejemplo de ellos son los "divorcios" eso que tan feo es. Lo peor no es que se divorcien (lo cual está bien si no quieren seguir juntos), lo verdaderamente malo es que luego van de "modernos" y "progres".
Por cierto, estoy con Fran. Cierta o no la historia, la libertad de cada uno es el camino a seguir.
Publicado por: Julen | viernes, enero 04, 2008 en 12:12
Puede ser aún peor: pretender una recuperación de la "familia tradicional" a modo de la Sagrada Familia. Cuando escucho a determinados responsables religiosos afirmar sin rubor que hay que tener como modelo de familia la de "José, María y Jesús" se me ponen los pelos como escarpias. ¿De verdad queremos modelos matrimoniales basados en una pareja que fue célibe toda su vida, sin relaciones sexuales, con un padre distante, una madre despreciada en las bodas de Caná y un hijo que se va de casa para juntarse con otros 12 y se despreocupa totalmente de su familia? Creo que detrás de las grandes frases, cuando se piensan, hay cerebros pequeños. Me resulta inimaginable pensar que hoy día pudiera darse un modelo tan poco tradicional de familia como la de Jesús. Y si se diera, la Virgen podría pedir la nulidad matrimonial en el Tribunal de la Rota por falta de consumación del sacramento del matrimonio. Es todo tan absurdo que si se piensa un poco da risa.
Publicado por: Fernando | viernes, enero 04, 2008 en 12:48
Jesús me ha encantado tu post. La familia tradicional es una invención de la iglesia católica. Me acabo de leer Los Borgia de Mario Puzo y me parece que las mujeres de aquel entonces tenían la mente mucho más abierta que muchas de las mujeres de la época de nuestras madres. Es verdad que también había mucha más corrupción en la iglesia en esa época, pero al menos no se escondía, como se hace ahora, eso se llama HIPOCRESÍA. En el Renacimiento los papas y nobles reconocían a sus hijos bastardos, y la homexualidad se veía como una opción sexual más, también se consideraba un juego sexual más entre hombres, como en la época de los romanos Es verdad que en esa época las mujeres tampoco gozaban de mucha libertad, pero las mujeres que tenían dinero hacían lo que les daba la gana, tenían amantes y se convertían en guerreras (las virago) si les daba por ahí. Por cierto que Lucrecia Borgia murió a la edad de 39 años de una complicación posparto cuando daba luz a su 9º hijo, y eso que estamos hablando de una mujer culta, libre y de mente muy abierta (se casó en tres ocasiones y su madre fue una famosa noble y cortesana). Jesús, sigo pensando que las mujeres hemos estado más discriminadas y apartadas en sociedad que los homosexuales a lo largo de la historia. Al fin y al cabo los homosexuales hombres, han seguido siendo hombres, y eso os ha dado más privilegios. En cuanto a las lesbianas, podían esconder su lesbianismo bajo una amistad...
Publicado por: Victoria | viernes, enero 04, 2008 en 13:11
Hola:
Este artículo es incierto. Las familias son la base de las sociedades, pero no de ahora sino de siempre. Sin ellas los vínculos afectivos y las generaciones se deteriorian con el tiempo.
Publicado por: Juan | viernes, enero 04, 2008 en 13:47
Sin duda las familias son la base de las sociedades, ahora y siempre. Pero no siempre ha sido el mismo modelo de familia. La familia romana no tuvo nada que ver con la familia visigoda o con la musulmana o con la renancentista. Aquí nadie discute la importancia de la familia. Y ahí erras en tu apreciación. Este artículo es espléndido porque pone el dedo en la llaga: la familia como ente compuesto por seres humanos es cambiante con el tiempo y las sociedades. Quien reclame un único y válido modelo de familia despreciando los demás no solo desconoce la sociedad actual sino que además oculta la verdad sobre nuestra propia historia. Por favor, no manipulemos: aquí nadie cuestiona la esencia de la familia sino el intento de crear la ilusión de que solo hay un modelo válido.
Publicado por: Fernando a Juan | viernes, enero 04, 2008 en 15:48
Permiso.
1/ hay progenitores que teniendo una muy
elevada consideración de la libertad
(la propia, claro) se comportan en forma
irresponsable hacia sus hijos, dañandolos,
con secuelas que duran años, y con esto
dañando a la sociedad.
2/ habria que ver que proponen como sustitución
los que promueven un modelo de familia
nuevo, y quienes deben ser los conejillos
de indias de sus caprichos.
Publicado por: Walter | viernes, enero 04, 2008 en 18:03
La familia no es un manual de instrucciones. Todas las sociedades han conformado sus propios modelos de familia sin necesidad de proponer nada. Simplemente siéntate y mira a tu alrededor, mira las familias que hay en tu entorno y acepta la increible riqueza del ser humano que es capaz de generar modelos familiares en los que sus miembros son felices: lo son los 7 hijos de un matrimonio del Opus Dei, lo es el hijo adoptado por una pareja de homosexuales, lo es la niña china adoptada por una mujer soltera y también sirve el modelo familiar formado por una divorciada y sus tres hijos. Lo que tú quieres es normalizar lo que tú consideras conveniente.
Publicado por: Carla a Walter | viernes, enero 04, 2008 en 18:22
Jesús, con todo el cariño, pero menudo ladrilazo que nos has soltado sobre la familia tradicional. Todos sabemos lo que es la familia tradicional, un señor y una señora se casan y, a veces, tiene hijos, punto. Eso es la familia tradicional occidental y discutirlo la verdad me parece ridículo.
Publicado por: Jorge | viernes, enero 04, 2008 en 20:32
Magnífico y lúcido artículo. En esta misma línea recomiendo la lectura del libro: "Sangre, amor e interés" de Pilar Muñoz López, Ed. Marcial Pons.
http://www.casadellibro.com/fichas/fichabiblio/0,3060,2900000804386,00.html?codigo=2900000804386&ca=26
Publicado por: Ramon | viernes, enero 04, 2008 en 22:18
Es ridículo decir que antes se casaban para toda la vida porque morian a los 40 años, colega.
La peña antes se moria a los 40, pero se casaba a los 13, cuando ahora se casa a partir de los 35-40, que es cuando tienen pelas para independizarse.
La familia tradicional y normal siempre ha estado formada por un padre, una madre y los hijos. Lo demas son tontunas. A ver si ahora vamos a llamar familia al pirao que vive con tres perros y dos gatos, tronco.
Publicado por: El Pelas | sábado, enero 05, 2008 en 10:48
Estoy de acuerdo con gran parte del post. A colación del mismo, y aunque respeto cualquier tipo de manifestación que no atente contra las libertades de nadie, me pareció surrealista el show de la plaza colon del otro día. A tal efecto, y aunque sea un poco largo, corto y pego la carta-reacción que me mandó un amigo. La escribió un matrimonio del grupo pastoral de un sacerdote amigo suyo. Yo me callo.
"Observamos con cierto estupor como a lo largo de estos días se nos ha venido convocando, a través de las parroquias, obispados y diversos medios de comunicación, para concentrarnos y manifestarnos “en favor de la familia cristiana”. Ya se había hecho con anterioridad, y esta reiteración aún nos preocupa más, si cabe, pues no teníamos conciencia de que estuviésemos en peligro. Es más, no sabemos muy bien de qué o de quién debemos defendernos y, con cierto desconcierto, nos hemos planteado: ¿quién nos ataca?
Somos un matrimonio próximo a cumplir 30 años de vida en común, creyentes cristianos y miembros activos de nuestra Iglesia desde muy jóvenes; de hecho nos conocimos en grupos parroquiales en los que ambos nos formábamos en la fe e intentábamos desarrollarla. Nada ni nadie, si exceptuamos nuestras propias limitaciones, impidió, ni tan siquiera entorpeció, para que desarrolláramos nuestra vida, personal y de pareja en ninguna de sus facetas; nuestra militancia cristiana fue perfectamente aceptada y compatible con otros grupos sociales y políticos con los que compartimos anhelos de cambio social en nuestra España de los años 70 y en la transición, aportando a todo ello nuestra visión social cristiana tal y como el Concilio Vaticano II nos había impulsado. Hemos educado a nuestros hijos de la mejor manera que nosotros considerábamos, sin que nadie nos impusiese nada y acudiendo a colegios de ideario religioso cristiano que, además, estaban subvencionados por el gobierno de turno. Ellos han podido elegir libremente sus referencias vitales y lo han hecho en la fe cristiana, continuando, como nosotros, una militancia activa en la Iglesia.
En definitiva, hemos sido libres para declarar y vivir nuestra creencia cristiana y para actuar en la sociedad según la misma; por lo tanto, insistimos ¿dónde está el problema?
A nosotros nadie nos los ha creado. No lo crean nuestros vecinos, Adolfo y Sergio, que son homosexuales e intentan construir una pareja con todas sus dificultades y con toda su ilusión, pues tienen derecho a ello; no son enfermos que, como si fuesen los leprosos de antaño, deban ser excluidos. Compartimos con ellos el amor y la fidelidad que desean vivir y los proyectos comunes por una sociedad más justa y tolerante, que a nosotros nos mueven desde el evangelio; el cual, por cierto, no establece normas para la confección de una familia o de una determinada organización social, que esto es cambiante a lo largo de los tiempos y los lugares, sino unos valores. Y entre ellos está la tolerancia y no está la exclusión.
Tampoco nos los crea Lola, nuestra amiga que, una vez conseguido el divorcio, sigue tirando del carro para que se mantenga la familia que constituyen sus hijos y ella. Nosotros la apoyamos para ayudar a que siga adelante, confiando en el cariño de las personas y en la bondad de la convivencia.
Tampoco lo hace multitud de parejas que no son creyentes y con las que trabajamos día a día en diversas tareas de nuestro ámbito. Ellas entienden su compromiso matrimonial desde otras perspectivas y se esfuerzan, lo mismo que nosotros, por madurar juntos y educar a sus hijos en los valores éticos en los que creen y que son ampliamente compartidos por nosotros. A estas parejas les agradecemos, además, su coherencia y el profundo respeto que sienten por nuestra creencia y que manifiestan, entre otras cosas, al no hacer la pantomima social de casarse por la iglesia o de introducir a sus hijos en unos sacramentos que no tienen entronque con su vida.
Y por supuesto, no nos crea ningún problema que se tengan distintos puntos de vista sobre un tema tan profunda y maravillosamente humano, y por lo tanto sujeto a tantos avatares sociales, históricos y culturales, como es el de la sexualidad. La importancia está en que todos, desde sus particulares creencias o increencias, aportemos experiencias de relaciones psicológicamente maduras y gratificantes; no se trata de moralizar, sino de caminar hacia relaciones interpersonales maduras y, en lo posible, estables, pero siempre atentos a los problemas y situaciones de cada persona.
En donde sí puede estar el problema de todo esto es en el tratar de imponer una sola visión sobre el tipo de pareja y de familia que hay que hacer, sobre el tipo de sociedad que se debe construir, excluyendo, por malas e inmorales, otros tipos de visión del mundo y de la sociedad. Y esto no es de recibo; el Evangelio no es un recetario sobre como construir la sociedad, sino la adopción de un estilo personal de vida con unos valores para ofrecer libremente y compartir en la sociedad que nos ha tocado vivir, que no es mala en sí, pues está preñada de vida y de esperanzas, de personas con grandezas y miserias que buscan, se pierden y, a veces, van encontrando. “Y vio Dios que todo era bueno”.
Defender a la familia, ¿no tendrá más que ver con trabajar para eliminar las pésimas condiciones de trabajo de tantas parejas, los bajos salarios, la imposibilidad de hacer frente a una hipoteca sin trabajar los dos miembros de la pareja en jornadas interminables, de no poder congeniar aceptablemente el trabajo y la paternidad o maternidad? En definitiva, con mejorar las condiciones vitales de tantas familias que padecen incomunicación, falta de estímulo, pobreza y un largo etcétera de situaciones que limitan su capacidad normal de funcionamiento. Luego, eso sí, decimos alegremente que se desmoronan las familias como si de un azar caprichoso se tratase o de la acción de un determinado gobierno.
¿Cuántos de los que se manifiestan por las familias son responsables, en base a su posición social o laboral, del mantenimiento de esas situaciones injustas? Porque la contribución a un mundo más justo y solidario en el que se respete la dignidad de cada persona y se erradique la necesidad y la pobreza sí que está en el evangelio. Y la necesidad, en sus diversas variantes, y la pobreza, absoluta o relativa, si que son causa de deterioro social y no tanto, como creen algunos miopes, los pecados personales contra la carne.
Dicho esto solo nos quedar pasar un poco de vergüenza ajena y expresar a nuestra sociedad la convicción de que no todos los cristianos pensamos y vivimos como el grupo que se manifestará; es más, que ese grupo no es mayoritario en nuestra Iglesia, y nos estamos refiriendo a la Iglesia en sentido amplio y no circunscribiéndonos a la española de estos tiempos, en la que parece que habrá que sentar en el diván de un buen psicoanalista a algunos de sus miembros para ver si conseguimos curarla de ese ataque agudo de manía persecutoria. Decirle que se trata de un grupo que no ha digerido bien el concepto Reino de Dios y lo confunde con el de ciudad terrenal y que, de esta manera, defiende sus intereses de bienestar, comodidad, tranquilidad espiritual y, de paso, sus aspiraciones de poder social."
Publicado por: Joaquin | domingo, enero 06, 2008 en 19:12
Yo lo que no entiendo es como un blog que se titula "CEO de idealista.com" habla de "La Familia Tradicional" en lugar de hablar de negocios por internet, que es lo que se supone, se viene a buscar aquí.
Publicado por: Àlex | lunes, enero 07, 2008 en 11:20
Fantastica pedanteria demagogica, Sinceramente no tienes mucha idea de lo que hablas, y no por haberte leido un par de libros creo que seas capaz de discenir que la familia tradicional sea un invento.
Sin animo de ofender.
Publicado por: Sin acritud | lunes, enero 07, 2008 en 16:58
menos mal que todo esto no va a ninguna parte... Las cosas han sido, son y seran lo que son, al margen de interesados esfuerzos de exegesis. Y al margen tambien de discursos vacios, de interesadas hermeneuticas historicas y de vanas polemicas. Lo dicho, nada, ni siquiera este comentario llegara a ninguna parte. Morira con todos los anteriores y con el post que los genera, sin dejar huella
Publicado por: Jonas | lunes, enero 07, 2008 en 23:34
Me parece un articulo bastante interesante, pero como siempre, son articulos que aparentan ser rigurosos y ciertos, pero fallan en lo principal: datos, estadisticas. Todo lo demás es subjetivo. Todo lo que no sea basado en la estadistica no es mas que una apreciación personal de la historia.
Publicado por: Daniel | martes, enero 08, 2008 en 12:20
Qué razón tienes Jonas. Todo esto no irá a ninguna parte, y todo morirá como te morirás tú algún día. Pero seguramente la familia tal como la entiendes tú cambiará y las próximas generaciones se sorprenderán de que ahora nos escandalicemos de algo completamente natural. Igual que ahora nos parece ridículo que la mujer necesitara el permiso de su marido para salir al extranjero o para abrir una cuenta bancaria hace solo 30 años en este país. En su momento, cuando esto cambió, también hubo voces que gritaron "se rompe España".
Publicado por: Pa Jonas | martes, enero 08, 2008 en 19:07
Pues yo creo que la culpa es nuestra por ofrecer un atril a estas opiniones un tanto trasnochadas. Las familias son y serán lo que ellas quieran, al margen del mal hábito de alguno de clasificar las cosas según su óptica. No por decir "las familias son esto y esto" se van a comportar así, las familias son lo que de hecho ya son (vaya tautología) matrimonios tradicionales que envejecen juntos -cada vez menos- pero también matrimonios formados de matrimonios rotos, parejas que viven sin casarse -cada vez más-, madres solteras que adoptan y parejas homosexuales. Si yo me considero una familia con mi pareja no sé por qué tengo que concederles un segundo a estas personas para que me digan lo que tengo o no que ser.
A veces no entiendo esta vuelta a la polémica cuando la mayor parte de la sociedad española ya ha pasado por este trance y ha decidido un camino.
Publicado por: citizen | miércoles, enero 09, 2008 en 15:23
Tu tambien te moriras, y la familia seguira siendo una comunidad de personas unidas por vinculos de sangre -familia biologica- o juridicos -familia politica-, lo que le diferenciara siempre de uniones de camaradas, de amigos, de amantes, de socios, de botarates, de convenidos, de fugitivos... y de cualquier otra asociacion no nacida de aquel origen. Y ello sera al margen de que las relaciones, cargas y derechos de los miembros de la unidad familiar puedan adaptarse al tiempo que toque vivir. Y a pesar de todo ello, la familia seguira siendo lo que ha sido siempre, despues de que te mueras tu, y yo contigo, amigo.
Publicado por: Para el amigo de Jonas | jueves, enero 10, 2008 en 00:47
Efectivamente, lo que ha sido siempre, una concepto abierto: con familias formadas de restos de familias, hijos bastardos e hijos adoptados, homosexuales viviendo con sus hijos, amantes, solteros, casados...lalala (Mecano dixit) Que manía cejijunta de fundamentalismo catalogador (familia de las güenas y de las malas).
Publicado por: para para el amigo de Jonás | jueves, enero 10, 2008 en 17:21
el concepto de familia ha sido siempre identico. Mas aun en Occidente, donde ya la familia romana recoge con detalle todas las institucionhes que integran el corpus juridico familiar, esto es, matrimonio, patria potestad tutela, derecho de alimentos, prodigalidad, etc. Las familias nunca fueron ni son buenas o malas. Solo han sido familias o no lo han sido. Asi de sencillo. El incipiente movimiento de "cantonalismo juridico" que pretende tanto denostar el contenido consolidado de familia en la historia y al mismom tiempo retorcer su esencia a fin de dar cabida en el a situaciones o status que nada tienen que ver con la institucion familiar, solo encuentran explicacion en un victimismo erratico e inutil. Llamar a las cosas por su nombre no supone hacerlas de menos. Incluir en un nombre lo que no le pertenece es dejar huerfano lo que se pretende proteger. Las uniones entre personas sin descendencia, sin proyecto de procreacion son eso, uniones de personas. Ningun concepto de familia ni en la tradicion judeo-cristiana ni en ninguna otra considero tales a estas. La propia etimologia de la palabra matrimonio refiere al papel relevante de la madre en la organizacion familiar, de la madre, no de la mujer. Luchar por equiparar lo que por esencia es distinto, no solo es vulgar. Es tambien demagogico y esteril. Morira con todos los anteriores comentarios, con este y con el post que los genera, sin dejar huella... De ti me despido, amigo, deseandote sinceramente una larga vida...
Publicado por: para para para el amigo de Jonás | jueves, enero 10, 2008 en 23:48
Jesús en tu post vienes a decir que por ejemplo la evolución de la medicina moderna y la posibilidad de que la mujer no muera en el parto ha sido fundamental en la creación del concepto de familia actual. Es decir, que familia es hombre y mujer que dan lugar y cuidan a nuevos seres humanos no tanto por que la Naturaleza esté ordenada así sino porque la medicina ha avanzado mucho en nuestra era... Me parece demagógico.
Lo que en cambio sí es cierto sin lugar a dudas es que el concepto de familia como dos personas del mismo sexo es un invento relativamente reciente. Y ahí sí que la medicina tiene mucho que decir porque dos personas del mismo sexo por sí mismas no tienen la capacidad jamás de procrear sin ayuda de elementos externos. Y eso es al menos, para darle una vuelta. Si familia son dos personas que se quieren y no hay ningún elemento más ¿Qué nos impide mañana llamar familia a la una madre y un hijo que se enamoran? ¿O a dos hermanos que quieren tener hijos conjuntamente? ¿El hecho de que la medicina les permita evitar los riesgos de la consanguinidad en la procreación nos permitirá poder llamarlos familia?
Creo que los que critican a la Iglesia Católica por defender el concepto de familia no se dan cuenta de que no se trata de un concepto cristiano que en ningún caso pertenece a la Iglesia. Se trata de un concepto que nos pertenece a todos, natural, habitual y que se ha repetido a lo largo de la historia no tanto por presiones sociales sino por que la atracción física entre hombre y mujer y el amor acaba creando familias... Y ell amor entre dos personas del mismo sexo no crea familias por mucho que se quieran. Y a lo largo de la historia ha sido así. Y el hecho de que haya excepciones, de que las madres muriesen antes o de que hubiese presiones sociales para generar otro tipo de relaciones, no es algo que ponga en entredicho el concepto. Muy al contrario lo refuerza porque lo que se sale de la norma natural nos resulta incómodo porque en entra en colisión con nuestra razón y entendimiento. Y eso es lo que acaba generando la presión social de rechazo a determinadas conductas o conceptos.
Los nuevos conceptos de relaciones del siglo XX son los que realmente se inventa el lobby homosexual en su afan de equiparar y hacer igual lo que es distinto y no habitual (esto es, que una persona se sienta atraída por personas del mismo sexo, que dos gays o lesbianas puedan adoptar, etc, etc.). Y a menudo ese afán parece ser mucho más que una conquista social, una necesidad de justificación de una relación anormal por la vía de la equiparacióna los conceptos normales (insisto, normal y anormal como sinónimo de habitual y ocasional respectivamente).
Jesús, tengo un profundo repseto por cualquier persona por el hecho de ser lo que es: persona. No juzgo a nadie porque no creo que tenga derecho. Pero me cansa una barbaridad que el afán homosexual por normalizar lo que no es normal, tratár de hacernos comulgar con ruedas de molino y aceptar como verdades cosas que nunca lo serán.
Saludos
Publicado por: Javier | viernes, enero 11, 2008 en 09:09
Me encanta esta frase, que representa el absurdo y rocambolesco argumento que al final cae por su propio peso: "Las uniones entre personas sin descendencia, sin proyecto de procreacion son eso, uniones de personas". Entonces la pareja esteril que no tiene hijos no es matrimonio, claro. Un hombre y una mujer que se casan por la iglesia y descubren que no pueden tener hijos es eso, una unión entre personas. Nada de matrimonio!
Publicado por: No soy Jonas | viernes, enero 11, 2008 en 11:14
Te equivocas de plano cuando crees que el concepto de familia cristiana es natural, habitual y que se repite en la historia. En la mayoría de las tribus de la prehistoria y de las poblaciones indígenas que aún se mantienen aisladas la familia está formada por un hombre, varias mujeres y muchos hijos. Para ellos tu concepto de familia les resulta tan extraño como para tí que una pareja homosexual se considere familia.
Hay un segundo error en tu discurso: en realidad sí juzgas y no respetas a las personas. Las pasas por el tamiz de tu moral. Yo desconozco cual es tu familia pero si te sientes cómodo considerando a tus abuelos o tus primos como parte de tu familia, good for you. A mi personalmente me cansa el afan de ciertos heterosexuales que se empecinan en mantener la puerta cerrada. De verdad crees que tu familia corre peligro porque yo desarrolle la mía? Que yo sepa, desde el año 2005 en que se reconocen los matrimonios homosexuales las familias heterosexuales siguen existiendo y teniendo las mismas virtudes y defectos que antes: os casáis, os divorciais, algunos cascan y matan a sus mujeres y la mayoría sigue adelante. Dónde está la destrucción? Qué familia heterosexual se ha visto destruida porque yo decida casarme? Como frase grandilocuente está bien, es como un slogan publicitario pero en realidad es falso.
Publicado por: Fernando a Javier | viernes, enero 11, 2008 en 11:24
Exactamente.Son un matrimonio, no una familia. (No es tan dificil de entender, verdad?)
Publicado por: Ni eres jonas ni lo seras | viernes, enero 11, 2008 en 15:13
Fernando, que el hecho de no estar de acuerdo con un postulado significa juzgar, es decir, habrá muchas veces que no estén de acuerdo contigo y eso no significa necesariamente que te estén juzgando.
Respecto al hecho de sentir amenazado el concepto de familia no es por el hecho de que haya matrimonios homosexuales sino por relativizar conceptos fundamentales para la sociedad, como en este caso es el concepto de familia. Las leyes del Gobierno de turno no hacen necsariamente verdaderas las cosas. Hay leyes injustas y falsas y siempre las habrá. Una silla será siempre una silla por mucho que haya una ley que diga que a las mesas ahora les podemos llamar sillas. En la vida no todo es relativo. Existen verdades en sí mismas que podremos intentar relativizar porque nos viene bien para adaptar esas verdades a nuestra forma de vida, tranformándola o incluso negándola. Pero la verdad seguirá estando ahí. Y luego la realidad nos lo demostrará. Si tan normal es el matrimonio homosexual, si tan necesario es para nuestra sociedad y tan demandado como para promulgar una ley ¿por qué sólo 1 de cada 300 matrimnios es homosexual? Ya se ve que por mucho que queramos empeñarnos en transformar la Naturaleza, luego la realidad lo pone todo en su sitio.
Publicado por: Javier a Fernando | sábado, enero 12, 2008 en 13:10
normal no es lo mismo que cotidiano. El matrimonio no es cuestión de cantidad, sino de normalidad, de que la sociedad acepte y asuma que las parejas gays y lesbianas existen, pagan sus impuestos y tienen derechos que no deben ser avasallados. Y si para dar igualdad hay que relatizar conceptos, hágase.
Publicado por: Fernando a Javier | sábado, enero 12, 2008 en 14:10
Me parece que gays y lesbianas tienen todo el derecho del mundo formar uniones reconocidas que les permitan tener las mismas ventajas y obligaciones de los que disfrutan las parejas heterosexuales. Pero esas uniones no son matrimonio. El matrimonio en sí no es un derecho sino un concepto de unión entre hombre y mujer, al margen de la Iglesia. Se casen por lo civil, por la Iglesia o por el rito balinés.
Y de esa unión emanan una serie de derechos y obligaciones: poder heredar de tu pareja, a tener una pensión de viduedad, obligación de mantener a al otro cónyuge en caso de separación, etc. Y apoyo y defiendo que las uniones homosexuales tengan esos mismos derechos y obligaciones. Pero no llamemos matrimonio a lo que no lo es. Ni familia a lo que nunca lo será. En el afan de igualitarismo no convirtamos realidades distintas en iguales.
Como tú mismo dices, vale relativizar. Si para conseguir lo que yo quiero, no me importa negar verdades.
Publicado por: De Javier a Fernando | sábado, enero 12, 2008 en 17:29
Llamarlo matrimonio no es gratuito. El matrimonio quedó reconocido en la Constitución Española como el derecho de un hombre y una mujer a tener los mismos derechos jurídicos. Por cierto, llamo la atención sobre la preposición. La constitución dice "un hombre y una mujer" no se refiere a "un hombre con una mujer". En todo caso, el matrimonio en la Constitución se integra en los derechos fundamentales que tienen una especial protección del Tribunal Constitucional. Si la unión de un hombre con una mujer tiene esta cobertura jurídica pero la unión de un hombre con otro hombre, por no llamarlo matrimonio, se queda fuera de la especial protección que otorga la Constitución a algunos derechos, estamos discriminando gravemente a las parejas homosexuales que no podrían acogerse al derecho de amparo, por ejemplo.
En resumen, si la cuestión sobre las parejas homosexuales es si lo llamamos o no matrimonio, si al final es un tema linguístico, es que hemos avanzado mucho. Las palabras no son gratuitas. Era necesario que para un reconocimiento pleno de derechos y para una protección plena de estas parejas se llamase matrimonio. Desde que en el año 2005 se aprobó la Ley no se ha destruido ninguna familia heterosexual. Ninguna pareja de hombre y mujer se ha visto alienada porque otros tengan ahora los mismos derechos. Toda la oposición que ha surgido en los últimos dos años ha estado basada única y exclusivamente en motivaciones religiosas. No hay argumentos jurídicos en discusión. No hay argumentos filosóficos. Solo el intento de algunos de imponer su moral, su religión y su fe al resto de la sociedad.
Publicado por: Fernando a Javier | lunes, enero 14, 2008 en 10:56
no encuetro lo que quiero buscar ponganlo
Publicado por: annelys | martes, abril 22, 2008 en 01:01