Una de las cosas que más me llamó la atención en mi reciente visita a Nueva York fue un nuevo sistema en todos los taxis.
Los taxis están ahora obligados a disponer en la parte del pasajero de un GPS autónomo que va indicando en tiempo real el punto exacto donde ha comenzado la carrera y el camino que vas recorriendo.
Puedes ver perfectamente si el taxista te está dando un voltio o te lleva por un recorrido lógico. Es adictivo ver como el mapa refleja cada curva que tomas. Además un lector de tarjetas de crédito, encima del gps, te permite pagar la carrera con tu tarjeta al final del trayecto.
El sistema incluye un canal de TV propio con noticias locales, cartelera de cine y cosas así. Puedes regular el volumen o dejarlo sin voz.
Al final de la carrera la pantalla te indica cuánto ha sido el recorrido y cuánto los extras. Te da la opción de pagar con tarjeta o en efectivo.
Así el nivel de confianza en el taxista es total. El viaje en taxi pasa de ser la agonía del "¿pero por dónde me está llevando?" a convertirse en un viaje interesante de descubrimiento.
Cuanta más información das al usuario de lo que estás haciendo con él más satisfactoria es la experiencia.