El pasado viernes por la tarde después de un día lleno de reuniones salía al fuerte calor de la via Spadari en Milán para ir al aeropuerto cuando me sonó el móvil. Era desde Madrid mi hermano Fernando, responsable de comunicación de idealista, para decirme que un periodista de El Mundo había llamado. Estaban preparando una lista con los 25 gays en España en posiciones de responsabilidad y querían saber si podían incluir mi nombre en la lista.
Salí del armario a mis amigos y mi familia hace 10 años, con 25, en una época en la que no había gays en la tele ni gente conocida en posiciones de responsabilidad fuera del armario. Entonces lo hice por coherencia y responsabilidad. Uno no puede pasar la vida ocultándose.
Desde entonces he intentado, como todo el mundo, vivir mi vida con dignidad y transparencia, sin engañar a nadie. Pero no es fácil. Nunca se acaba de salir del armario. La vida está llena de armarios, uno detrás del otro. Aún siento una extraña incomodidad cada vez que tengo que contestar el comentario homófobo de un taxista, o decir que un chiste no tiene gracia.
Muchas veces lo fácil es ignorarlo, mirar para otro lado, negarse a salir en un periódico. La cabeza enseguida genera mil excusas ¿Para qué meterme en problemas? ¿Por qué "significarse"? ¿Cuál podría ser la repercusión para idealista? y sobre todo ¿Por qué hacer daño a mi madre, que preferiría que no dijese nada?
Pero el silencio es la peor forma de exclusión. Cuando nadie sale del armario resulta que los gays no existimos. La invisibilidad es una forma de colaboración con el odio. La visibilidad es la mejor herramienta que existe para superar la ignorancia, la homofobia y el desprecio. A pesar de que a ninguno nos apetece que nuestra vida privada sea pública, acepté salir en el artículo de El Mundo, no porque sea influyente (que no lo soy), ni porque me apetezca salir en un periódico (que no me apetece) sino porque la visibilidad me hace más libre y más humano. Ojalá cuando yo tenía 15 años hubiese podido leer un artículo como el que salió el domingo en El Mundo.
A los 25 años leí un discurso que me hizo consciente de la necesidad de tomar riesgos personales para cambiar nuestra sociedad, La Carta desde la Prisión de Birmingham de Martin Luther King
<<...We will have to repent in this generation not merely for the hateful words and actions of the bad people but for the appalling silence of the good people. Human progress never rolls in on wheels of inevitability; it comes through the tireless efforts of men... So the question is not whether we will be extremists, but what kind of extremists we will be. Will we be extremists for hate or for love? Will we be extremist for the preservation of injustice or for the extension of justice?...>>
<<...Tendremos que arrepentirnos en esta generación no meramente por las acciones y palabras de odio de la mala gente sino por el aterrador silencio de la gente de bien. El progreso de la humanidad no viene inevitable por caminos marcados, es el resultado del trabajo incansable de los hombres... La pregunta no es ser o no ser extremista, sino qué tipo de extremista quieres ser. ¿Quieres ser extremista del odio o extremista del amor? ¿Quieres ser extremista del mantenimiento de la injusticia o de la extensión de la justicia?...>>
Aquí puedes ver el artículo de El Mundo del pasado domingo 23 de julio .pdf 600K
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