Nuestros retratos reflejan a otra persona, un extraño.
Basta una cámara enfocándonos y ya no sabemos que hacer: actuar, sonreir, mirar a ningún sitio.
Lo que queda de nosotros es, precisamente, lo que no somos.
La cámara recoje nuestra ausencia, nuestra inquietud, nuestra espera, una pregunta en los ojos, lo que nos es ajeno, extraño, impersonal, genérico.
Una cámara y de repente, para ser nosotros mismos, mentimos.
Dejamos de ser quienes somos para fingir ser nosotros mismos.
Imagen: video secuencia de la obra del artista estonio Mark Raidpere de imágenes de reclusos.
Fotografía-retrato-identidad. Aquí hay mucha tela que cortar. John Berger le da dos o tres vueltas a este tema:
'Pensamos en las fotografías en cuanto obras de arte, en cuanto pruebas de una verdad particular, en cuanto réplicas exactas (...). Cada fotografía es, en realidad, un medio de comprobación, de confirmación y de construcción de una visión total de la realidad. De ahí el papel crucial de la fotografía en la lucha ideológica y de ahí la necesidad de que entendamos un arma que estamos utilizando y que puede ser utilizada contra nosotros.'
'Nuestros términos de reconocimiento han cambiado desde el apogeo del retrato pictórico (...). Ya no podemos aceptar que pueda establecerse adecuadamente la identidad de un hombre preservando y fijando su apariencia desde un solo punto de vista en un solo lugar (...). Se diría que las demandas de la visión modernas son incompatibles con la singularidad del punto de vista.'
“Sobre las propiedades del retrato fotográfico” John Berger.
Publicado por: dani | viernes, junio 23, 2006 en 15:49
Un retrato es lo que somos. Otra cosa es que no nos reconozcamos en él. Pero eso se debe a que la auto-percepción es siempre una mentira. Nuestra mentira. La realidad es la visión que tiene de ti la cámara, imparcial y desapasionada. Nos incomoda mirar al objetivo como si nos fuera a capturar el alma y a plasmarla plana en una imagen que siempre nos parece que es otra persona. Y nos lo parece precisamente porque el objetivo no capta el alma.
Publicado por: María Blanco | lunes, junio 26, 2006 en 13:39
Nuestra identidad se construye a partir de la mirada del otro y es a partir de este que nos reconocemos a nosotros mismos, es un juego narcisita que representa constantemente, cada uno de nosotros es un espejo en el que el otro siempre se esta contemplando
A través de las personas que nos rodean, la visión que tienen de nosotros y la que construyen a partir de esta, dan forma a nuestra identidad porque también somos el espejo de la suya
Publicado por: luis herrera | lunes, abril 16, 2007 en 19:23